Dejarse vencer

Recién llego a casa, salí de jodita. Bailé, tomé gin tonic, pasaron los temas que me gustan, otros no tanto.

Había ido en tren y bicicleta al bar. Esperando el tren me puse a hablar con una señora que también tenía una bicicleta. La llevaba cargada de cosas. Sonreíamos bajo nuestros barbijos asintiendo la felicidad que nos provocaba pedalear y sentir el viento en la cara. Nos contamos de todo. Era aprendiz de albañil, la primera mujer en la obra a la que iba. La admiré. Al bajar me pasó su Facebook para que la buscara.

En el bar no me encaró absolutamente nadie y sin embargo venía pasándola genial. Inclusive en un momento me quedé sola, porque estaban todas ubicadas con alguno y yo sin embargo no me refugié en el celular, seguí bailando mientras no envidiaba la conquista de ninguna.

En la barra me habló un tipo que se notaba a la legua que no sabía encarar. Me preguntó si había ido en moto al bar, por el casco que colgaba de mi mochila. A lo que respondí con orgullo que no, que había ido en bici.

‘ah, pensé que eras re canchera pero no’, me respondió.

Te juro que en ese momento tuve unas pseudo ganas de llorar. Creo que por lástima del tipo este.

Me terminó pidiendo perdón e intentó subsanar el comentario diciéndome que seguro yo era re saludable y que ¡aguante el medioambiente! Me pareció un pelotudo tremendo y me volvió a dar lástima.

‘Tenes cara de buena’ me dijo y ya sosteniendo mi gin tonic con esta misma cara de buena le pedí que me abriera el paso para regresar a mi mesa.

Al rato apareció otro pibe colgado de los hombros de unas chicas del grupo y dijo apuntando con su dedo hacia mí ‘vos tenés cara de buena’. Me llamó la atención la coincidencia del comentario anterior. Las chicas rieron y contradijeron su apreciación. Esas chicas no me conocían ni eran mis amigas.

Bajo el primer vistazo no era un pibe que podía llamar mi atención, pero ¿quién soy yo para juzgar? así que contesté sus preguntas por demás básicas. No le pareció alucinante mi eclecticismo al momento de estudiar cosas, muy por el contrario, pareció incomodarlo y hasta se tomó el atrevimiento de decirme que ya era hora de que eligiera lo que quería hacer. A mí su chatura fue lo que me desagradó, sólo tenía un posgrado en Di Tella que siquiera lo tornaba un pibe interesante.  

Le respondí que estaba casada cuando preguntó por mi estado civil, a lo que él aprovechó para blanquear que estaba de novio hacía 6 años.

No aclaré, hasta avanzada la conversación, que en verdad estaba soltera. Cuando lo hice se contentó y me participó en un trío con su novia, dado que él ya había estado en varios y hasta en orgías.

En el boliche estaba sonando ‘Tranquila’ de María Becerra. Es el tema que últimamente estoy bailando en loop en mi casa. Cuando lo escuché no podía creer estar perdiéndomelo con este cabeza de termo, mientras intentaba transmitir una postura respecto de los tríos y de mi orientación sexual.

Otra vez tuve unas pseudo ganas de llorar. Este pibe me daba terrible pena también.

Llegué a casa después de pedalear 40 minutos con las mismas pseudo ganas de llorar. Al acostarme me acordé de la charla en el tren con Silvia, la mujer albañil, y sonreí antes de que esta cara de buena fuera vencida por el sueño, que créanme, es a lo único que en esta vida hay que dejarse vencer.

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1 Comment

  1. Que lindo escribís ! Cariños
    Luz Arzeno

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