En mi IG personal subí hace unos días una historia en un primer plano mío nada favorecedor con los aparatos de contención diciendo: ‘posta, no entiendo cómo estoy soltera’ mientras pronunciaba como si fuera un yankee hablando español (al menos una amiga me respondió un jaaaaaaaaaaaa de este largo seguido de un ‘te amo’. Fue su manera cariñosa de decir que ella sí entendía el porqué). Esa pregunta que lancé a mis 200 seguidores que cultivé con muchísimo esfuerzo durante años, me la respondió uno de los candidatos en cuestión remarcando en lo que yo había fallado: ‘es que los tildás de conurbanenses y les comés las papas a tus citas’.
Y donde ustedes pueden estar viendo resentimiento, yo vi OPORTUNIDAD.
Es raro arrancar una conversación diciéndole: ‘¡Qué bueno que me escribiste! Necesito tu feedback de la salida conmigo’, pero básicamente fue lo que hice. Con cierto escepticismo aceptó entretenido bajo la condición de que yo también le diera mi versión de la cita. Oopsiii, eemmm. Ese domingo se desayunó que nuestra cita ya estaba impresa y repartida por el ciberespacio, así que por la tarde el muchacho merendó ¾ de un tubo de vino, mientras comentaba con amigos entre sollozos ‘no recuerdo nada de la noche de la bachata y ustedes saben que el chori de un carrito me puede destruir’.
Público querido: ¡quiéranme igual! Puede que en mi relato haya olvidado detalles importantes, no me juzguen y no abandonen este barco jaaaa
Acá va la otra versión de los hechos, con ustedes uno de los candidatos toma la palabra:
Ese día me había levantado con optimismo, no por nada en particular. Tal vez habían sido las 8 horas de corrido que había logrado dormir. Fui a trabajar y el día me daba la razón: el de seguridad me saludó por primera vez en 4 años por mi nombre (y no usando la muletilla del ‘¿qué hacés pibe?’), llegué tan temprano que me preparé un mate con yerba robada de un escritorio ajeno, mi jefe me felicitó por el trabajo que había hecho (y por el rico mate. ¿Cambiaste la yerba? Me preguntó) y logré lavarme los dientes justito antes de que arrancara el turno de “los de las 2 de la tarde”. Para quienes no trabajan en oficina, les comento que es muy común que haya un horario en el que desfilan personas en dirección al baño con el diario bajo el brazo, con total impunidad. El uso del baño en ese horario es un entrenamiento de buceo en aguas abiertas, contener la respiración te puede salvar la vida.
Con todo lo que les conté era imposible no sentirse confiado como para invitar a salir a la flaca que había entrevistado hacía casi un año y con la que había retomado la charla hacía poco.
De todas maneras, me parecía border la situación, la sola propuesta me hacía sentir como si fuera a barrer mi escritorio con los brazos, tirando todo al suelo y proponiéndole una vista panorámica de la oficina desde arriba del mismo (guiño guiño). ¡Yo la entrevisté! No sé si da…
Apareció el Sr. “Contiene H”, le comenté la situación y su respuesta fue ¿es joda? ¡Invitala ya!
Sí, ¿no? Sentía que los astros se habían alineado finalmente, aunque no creyera ni medio en la astrología. Tal vez los astros no tuvieran nada que ver, pero por las dudas chequeé rápidamente el apartado de ‘Amor’ para mi signo. No convencido, chequeé el del signo que estaba al lado, y así leí todos hasta que elegí el que me daba el mensaje que yo quería oír. ¡Buenísimo! Claramente hoy la tengo que invitar, dije señalando la revista.
El Sr. ‘Contiene H’ me preguntó por qué no había avanzado en la entrevista.
“Es una tipa piola, no es del mainstream ¿entendés? Pero básicamente nos mandó a c*gar cuando le pregunté si tenía alguna pasión. No le cabió ni medio la empresa. Me habló de la importancia que le daba a sus miles de actividades fuera del horario laboral…y viste que acá laburamos como negros”.
Me animé y le dije de ir a cenar. Propuse sushi porque yo estaba antojado. Me tildó de sofisticado, aunque sé muy bien que en verdad la combinación de alga y pescado crudo le cabe igual que trabajar un viernes flex de verano. (PARENTESIS MONUMENTAL, toma el micrófono Ciencitas dos segundos: Jefe, si estás leyendo esto no es de vaga, es que simplemente… soy millennail, qué se yo. Devuelvo el micrófono).
La desafié diciéndole de ir a comer un chori a la costanera, cuando en verdad, los que somos del conurbano sabemos que el chori se come en casa. No tenemos idea dónde quedan los carritos y de casualidad ubicamos el Río de la Plata. Nuestros puntos de referencia son la 25 de Mayo, el Riachuelo y el Alto Avellaneda.
Yo había ido empilchado, tranqui igual, pero empilchado al fin. Había encontrado un perfume en el auto y me di un touch pensando en liberar las feromonas dentro del habitáculo. Le avisé que estaba abajo y al indicarle el modelo del auto me respondió: ‘ni idea, tírame color del auto. Si es gris c*gamos porque está lleno’. Lo encontró y al subir, me saludó re macanuda. Al sentarse y cerrar la puerta noté que cargaba un termito de agua. Raaaaro. Vas a una cita con una botella de agua sólo si ingeriste algún psicofármaco con efectos adversos. Intenté que no percibiera mi desconcierto y arrancamos viaje.
La flaca no me dio tregua, fue una batalla de chistes. Notó que no me estaba ubicando en la zona y me acusó de ser de zona norte, a lo que reí y le dije: nooo, estás muy equivocada. Puso mirada inquisidora, y al notar que estaba manejando con el respaldo más reclinado de lo normal se retractó y osó decirme: ‘no, claro… con el asiento puesto así debés ser de zona sur. Parece el asiento en una consulta odontológica, no entiendo si mirás para adelante o para arriba directamente’.
SAY WHAT? INADI buenas tardes.
Eché carcajada, porque efectivamente a mucha honra soy de Banfiel (sin la D). Increíble su poder de deducción. Me dijo con orgullo que había salido varios años con un pibe de Lanús y que solía hacer el recorrido entero del 37, de punta a punta. Lo dijo en un intento de empatía como el de ‘son buena gente, yo tengo un ex novio de ahí’. Señorita ‘Ciencitas’, permítame decirle que el 37 es de cheto para los que somos del Sur. Punto.
Cuando le cambié el plan del chori se derrumbó todo. No me tiró un centro, estaba realmente decepcionada. Sugerí Mc Donald’s como cuando en Titanic Leo Di Caprio se sostiene de la puerta con el anular y el meñique, mientras todos se preguntan por qué Rose no le hizo lugar para que se subiera con él. Fue la misma escena. No me dejó ahogar, pero sí me hizo pasar un frío tremendo.
Hicimos el pedido y juro que detoné Hiroshima con un fósforo de esos que se te parten al intentar prenderlos. ¿Vamos a tu casa o a la mía?, le pregunté. Faaaa, ¡cómo se puso la flaca!
Lo que menos quise fue generar esa incomodidad, sólo que visto y considerando que estaba dispuesta a un chori en la costanera no me pareció loco decirle de ir a comer a una casa. Imagínense si iba a buscar hacer un gol jugando en offside. Pese a mi metro ochenta puedo ser un pibe sensible ¡eh!
Clavé cordón amarillo, intentando superar la incomodidad, en la esquina de Gorostiaga y Cabildo. Trancu. Me robó papas como si nada, pensando que yo no me daría cuenta. ERROR Ciencitas, las papas las tengo contadas.
Si tuviera que ponerle una onomatopeya a la salida habría elegido ‘meeeeh’. Lejos de parecer una cita, pareció una salida entre amigos. La alcancé hasta la casa y al bajarse con su termito de agua, se acercó a un borracho que estaba tirado en el suelo’ durmiendo. Lo miró, constató que respiraba y me levantó el pulgar diciendo ‘tranquilo, está vivo’. Sólo el SAME nos podría haber salvado de aquella noche.
Abrió la puerta, saludó de lejos y eso fue todo.
De Ciencitas no volví a saber más nada hasta hoy, día en el que no sólo me enteré que estoy en uno de sus relatos, sino que también entendí que, así como ante una pregunta puede haber distintas respuestas, ante una misma cita, distintos relatos también.
El día que los relatos coincidan no habrá más lugar a réplicas, pues Ciencitas habrá encontrado con quien compartir su versión.
Mientras tanto yo lo volvería a intentar, cita destinada a vaya uno a saber qué, toma 5 … ¿ACCIÓN?